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La Magia : El Sendero de la Transformación Interna
por Paul A. Clark
La Adepta Dion Fortune definió la magia como “el arte de causar cambios a voluntad en
la consciencia”. Otro Adepto, Paul Case, definió el tema como “el arte de determinar las
formas y los tamaños que el velo de la Realidad va a adoptar en el mundo externo...”. Y
la Fraternidad de la Luz Oculta define la magia como “el arte de producir efectos
deseados, iniciados por cambios en la consciencia, mediante la dirección o el
alineamiento con las fuerzas secretas del cosmos”.
Una de las primeras cosas que resultan evidentes, incluso tras la lectura superficial de
estas definiciones, es que lo que una persona corriente piensa cuando oye la palabra
“magia” se parece bien poco a lo que significa para el Iniciado de la Tradición
Occidental de Misterios. Los efectos del escenario ilusionista o la Misa Negra que se
encuentran en las novelas terroríficas de ocultismo guardan escasa relación con la
ciencia de la creación Interna de los adeptos.
Se piensa que la palabra magia proviene del antiguo lenguaje Persa y que tiene su
origen en el término “magi”, la casta sacerdotal de la religión de Zoroastro. Los tres
sabios de la leyenda de la Epifanía en la Biblia eran tradicionalmente magi. En los 10
grados de iniciación de los Misterios Occidentales asignados al Árbol de la Vida, el
anterior al más elevado es llamado “9°=2°, Magus”. La actividad que se atribuye a este
nivel es la Sabiduría. Por tanto podemos deducir que la Magia es la Ciencia de los
Sabios. En cuanto a la magia que se estudia y se practica en nuestra Orden, es bastante
similar en muchos aspectos a una ciencia psicológica muy avanzada.
Para comprender adecuadamente como funciona la magia es necesario examinar uno de
los principios cardinales de la consciencia postulado por la Fraternidad de la Luz
Oculta:
“La Causa es siempre interna”.
Nos estamos creando continuamente a nosotros mismos y a nuestro mundo mediante las
imágenes que sostenemos habitualmente en nuestra consciencia. El mundo de los
efectos nunca causa lo que somos o lo que hacemos. Nuestras reacciones a tales
estímulos a veces nos dan la impresión de que las circunstancias externas nos controlan,
pero esto es una ilusión. Cuanto más en armonía estén nuestras imágenes con la realidad
esencial de la Unidad del Ser, más felices seremos. Si somos infelices con nuestras
circunstancias actuales, sólo necesitamos reestructurar nuestro universo Interno y
nuestro mundo externo se remodelará a sí mismo para plasmar ese patrón.
Nuestro vínculo con el universo Interno se establece mediante esa parte de nuestra
mente llamada subconsciente. En algunos aspectos es idéntica con el concepto Jungiano
del inconsciente colectivo. Este texto no va a profundizar en la discusión de los
asombrosos poderes del subconsciente excepto para afirmar que es a través del
subconsciente como entramos en contacto con la gente y con los recursos necesarios
para alcanzar cualquier meta. Este poder es controlable, siempre que se acceda al
subconsciente del modo adecuado.
La Tabla Esmeralda de Hermes declara que la Gran Obra (La Regeneración de la
Conciencia) se lleva a cabo “Suavemente y con gran ingeniosidad...”. El subconsciente
tiende a resistirse a las exigencias, pero responde con prontitud a las indirectas y a las
sugestiones, especialmente cuando tales sugestiones se presentan en forma visual a
través de símbolos.
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Tales sugestiones se vuelven especialmente poderosas cuando los símbolos presentes
representan niveles arquetípicos. Por ejemplo, una sugestión para mejorar la adquisición
de sabiduría será más eficaz si se usa el símbolo del “viejo sabio”.
Un ceremonial mágico dispuesto adecuadamente desplegará una simbología multisensorial
que proveerá una imagen poderosa a la mente interna.
La Iniciación Ceremonial (una forma de magia) afina y ajusta el vehículo físico y sus
equivalentes sutiles (incluyendo al subconsciente) de acuerdo a las frecuencias deseadas
de la fuerza vibratoria. Esas partes que corresponden a los vehículos del aspirante
pueden ser despertadas y desarrolladas con un proceso similar al de la resonancia (como
un diapasón y una cuerda de piano).
Una necesidad fundamental para construir “sugestiones rituales” eficaces es un
conocimiento cabal sobre qué símbolos corresponden a sus energías arquetípicas
respectivas. Estas correspondencias simbólicas y sus tablas de referencias cruzadas
forman parte de los secretos mejor guardados de los iniciados de las fraternidades
esotéricas (aunque se han publicado bastantes durante el siglo XX, muchas de las
atribuciones dadas eran falsas, posiblemente para confundir o sabotear a los inexpertos).
Aunque es bien cierto que se usan determinados implementos, accesorios, etc. en
formas más elaboradas de magia ceremonial, ninguno de esos recordatorios externos es
indispensable. El practicante experto no depende de tales ayudas para lograr resultados
exitosos. Aunque el verdadero mago desarrollará amor por ellas y seguramente intentará
rodearse de cosas maravillosas, éstas no se requieren para el ejercicio de su arte.
Las “cosas” no tienen poderes mágicos inherentes en sí mismas. Este autor conoció a
una Adepta que hizo la mayoría de sus rituales en su imaginación mientras estaba
tumbada en la cama, ¡y obtuvo un éxito consistente!. Recuerde, todos los símbolos del
ritual se diseñan para reforzar una imagen mental (o sugestión) clara del efecto deseado.
Tales imágenes se convierten en formas de pensamiento que actúan como modelos a
través de los que lo Interno toma forma en lo externo.
Un ritual eficaz plantea una poderosa sugestión a nuestro subconsciente. Construye una
forma de pensamiento mediante el uso de todos los sentidos. Se estimula la visión
mediante símbolos; el sabor con el vino, sal, pan, etc.; el oído, mediante cánticos; el
olfato, mediante perfumes e inciensos; el tacto, con la ropa que se viste y los
implementos que se sostienen. Las imágenes mentales son mucho más poderosas
cuando se usan multitud de medios para evocarlas.
La eficacia de un ritual depende en grado sumo del entendimiento del operador sobre lo
que dice y hace. Transitar en los movimientos de un ritual sin comprender el porqué de
cada paso, reduce pronto esta alta ciencia al nivel de la mera superstición.
Se hace necesaria una advertencia para el mago en ciernes. Muchos novicios (o grupos
de novicios en especial) deciden “hacer rituales” sin una base fundada sobre una teoría
válida. Intentan llegar a ser expertos leyendo unos pocos libros sobre el tema. Del
mismo modo que el ritual puede proporcionar una potente sugestión hacia el bien, un
ceremonial incorrectamente elaborado o pobremente ejecutado puede ser dañino. En la
mayoría de las ocasiones, un ritual mal hecho no funciona, pero podría, en algunos
casos, causar problemas específicos debido a una mala sugestión. El color y el sonido
son particularmente poderosos para curar y para dañar. Tal y como me comentaba mi
amigo Robert Wang (autor de The Qabalistic Tarot [el Tarot Cabalístico]) “Muchos
piensan que el Color y el Sonido son meramente simbólicos, pero no son símbolos, ¡son
auténticas fuerzas!”.
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Otra advertencia oportuna: La fuerza invocada por la magia es neutral. Puede usarse
para el bien o para conductas antisociales. Los iniciados comprenden que el mal uso de
tales potencias acarrea un coste terrible. Nunca es bastante insistir en que la excusa de
que “el fin justifica los medios” es una trampa que conduce al sendero de la mano
izquierda. Cuando recordamos que el vehículo personal del mago es el amplificador de
tales fuerzas, comprendemos por qué el sendero de la mano izquierda, también llamado
magia negra, conduce sin lugar a dudas, inexorablemente, al deterioro físico y psíquico
del falso mago.
Algunos expresan su objeción contra el uso de un modelo fijo y lo encuentran fastidioso
en relación con sus esfuerzos hacia el desarrollo espiritual. Pueden alegar que prefieren
una realización más fácil y fluida, pero pocos son los que pueden sostener una forma de
pensamiento lo bastante clara y durante el tiempo suficiente como para cambiar sus
antiguos hábitos sin la ayuda de un modelo estructurado.
Otra objeción planteada es que el uso de la magia ritual complica demasiado el asunto.
Algunos preguntan por qué no bastaría con meditar y afirmar nuestra intención. A pesar
de que no subestimamos la importancia tanto de la práctica de la meditación como de la
afirmación, entendemos que muy pocos son tan expertos en la visualización o pueden
expresarse verbalmente con tanto poder como para ser capaces de implantar la
impresión necesaria en la consciencia Interior. Cuando hacemos un gesto simbólico le
estamos diciendo a nuestro subconsciente lo que puesto en palabras supondría páginas.
Paul Case escribió que cuando un mago efectúa un ritual “... Hace un modelo mental
que es como una pintura a todo color, mientras que la visualización o las palabras
habladas son como un esbozo a lápiz”.
Vamos a “construir” un ejemplo de ritual mágico y aplicar la teoría que acabamos de
comentar.
El primer punto que examinaremos es conocido como “la intención” del rito. Es el
propósito de la ceremonia. Muchos fracasos ocurren porque no se formula con claridad
la meta del proyecto. Si no sabemos a dónde vamos, ¡no debería sorprendernos si no
llegamos!. La intención es la clave, porque guía todas las decisiones subsiguientes. El
ritual en su totalidad se construye alrededor de este núcleo.
En nuestro ejemplo, escogeremos como intención el logro de una consciencia espiritual
acrecentada. Refiriéndonos a la serie de las Tablas de Correspondencias (Usaremos las
publicadas por Dion Fortune en su Qabalah Mística) veremos que este objetivo está
bajo la regencia de la sexta Sephirah, Tiphareth o Belleza.
Así, podríamos componer un ritual usando las correspondencias de Tiphareth. Por tanto,
nuestro templo y nuestro altar estarían revestidos de colores amarillos y dorados. Se
usaría el número 6, por ejemplo, en los golpes, en las circulaciones, o en el número de
velas. El incienso sería olíbano, o canela, los inciensos de Tiphareth y del Sol.
Vestiríamos ropajes amarillos y llevaríamos en el pecho un lamen de seis lados, dorado
(o coloreado en oro) con el símbolo del Sol. Esto puede proporcionar al aspirante en
general una idea sobre el uso de las tablas de correspondencias.
Empezaríamos nuestra ceremonia meditando sobre nuestra meta y leyendo textos
inspiradores sobre el tema. Miraríamos la clave del Tarot adecuada (en este caso la
Clave 14, La Temperancia, asignada al Conocimiento y Conversación de nuestro Santo
Ángel Guardián).
Es tradicional un baño purificador, usando agua con un poco de sal. Nuestra intención
debería ser la de limpiar nuestra mente y nuestras emociones, así como nuestro cuerpo,
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como preparación para el ritual. Luego nos pondríamos ropa limpia y nuestro cordel o
manto, manteniendo en mente nuestra meta con claridad. Cada acto habría de llevarse a
cabo con el recuerdo de nuestra intención.
Al entrar en nuestro templo (o cualquier lugar que estemos usando) deberíamos declarar
en voz alta nuestra intención. Como ejemplo, la siguiente fórmula: “Aplicaré todos mis
poderes para alinearme con la fuerzas Divinas del Cosmos a fin de alcanzar la siguiente
meta: Conseguir mayor consciencia de mi naturaleza espiritual, para lo cual llevo a cabo
esta ceremonia”. Pueden usarse otras palabras, pero es importante decirlas claramente y
en voz alta.
Ahora procederíamos con la “preparación del lugar”, es decir, limpiando y sellando
simbólicamente el templo. Al hacer esto estamos reflejando un proceso Interno. Este es
un principio cardinal del ritual: todas las acciones externas representan procesos
Internos. En este caso, estamos concentrando y purificando nuestra consciencia Interior
preparándola para el trabajo posterior.
Debemos caminar alrededor del perímetro de nuestro espacio de trabajo con agua,
rociando hacia el Este, al Sur, al Oeste y al Norte sucesivamente, con la intención de
“limpiar” la atmósfera del lugar. Después, incensaríamos con el incienso del mismo
modo, con el propósito de consagrar (hacer sagrado) el lugar. Es importante, en las tres
actividades, “completar el círculo del lugar”. Lo que esto significa es simplemente
acabar donde empezamos, en el Este, de modo que hayamos recorrido un círculo
completo en cada una de las operaciones.
Consumada la preparación, es el turno de la invocación. La invocación es básicamente
una oración de petición, convocando el descenso del aspecto particular del poder
correspondiente a nuestra intención. En nuestro ejemplo, invocaríamos el Nombre
Divino Tetragrámaton Eloah Va Daath. Tetragrámaton significa “nombre de cuatro
letras”. Siempre se refiere a Yod Heh Vav Heh, el nombre de Dios que se suele traducir
como Jehovah o el Señor en la Biblia. Los aspectos técnicos sobre la entonación
adecuada de estos nombres nunca se han publicado fuera del ámbito de las Órdenes y no
los vamos a comentar en este trabajo, excepto para decir que forman parte del
entrenamiento dado a los Iniciados de los niveles Interiores de la Fraternidad de la Luz
Oculta.
El efecto de la invocación debería ser el de exaltar la consciencia del mago e
“inflamarle con la plegaria”, como dice Abra-Melin (un Adepto semi-legendario) hasta
un punto tal de agudeza en su concentración que establezca un portal entre los mundos
Interno y externo.
En este momento, visualizaríamos vívidamente la Imagen Mágica de Tiphareth, un niño
pequeño con los brazos extendidos, de pie ante nosotros. Esta visualización actúa según
lo que se conoce técnicamente en los Misterios como imagen telesmática (similar a un
transformador energía). Aquí esperamos unos pocos minutos. Si hemos hecho bien el
trabajo, se habrá construido una poderosa sugestión. Incluso si no se produce
conscientemente un efecto inmediato patente, el ritual habrá cumplido su misión y se
manifestará más adelante en nuestra vida cotidiana.
No deberíamos contentarnos con una sola representación de la ceremonia. Si la
repetimos con un ritmo regular, sobrevendrán resultados más espectaculares. Puede que
lleguemos al clímax del ceremonial muchas veces sin resultados obvios, hasta que un
día, suspendido entre los mundos, experimentaremos el descenso y el influjo del poder.
Entonces percibiremos la “consciencia espiritual” desde un punto de vista
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completamente diferente. ¡Sabremos!. Hablaremos como quien está investido con la
autoridad para hacerlo, porque habremos llegado a ser, posiblemente durante sólo la
fracción de un segundo en medio de la eternidad, ¡CONSCIENCIA ESPIRITUAL!. De
ahí en adelante ya no necesitaremos leer o que se nos enseñe acerca de la existencia de
Realidades Internas, porque habremos encontrado el MAESTRO UNO VERDADERO
en el interior.
La siguiente parte de la ceremonia es una de “acción de gracias”, una plegaria de
alabanza y gratitud. Esto libera las corrientes para que vuelvan a sus funciones
habituales. Una cosa es expandir la consciencia en el Templo, otra cosa bastante
diferente es intentar conducir por una autopista llena de tráfico en estas condiciones.
Olvidarse de liberar las energías, en el mejor de los casos le causaría problemas al
adormecerle.
Además, para que las energías se aprovechen al máximo, deben “hacer tierra”. Es decir,
incorporarlas hasta en el más denso de nuestros vehículos, el cuerpo físico. Es
importante la práctica de hacer una serie de ejercicios físicos para tensar y relajar los
músculos, y comer después de la ceremonia. Ambas cosas sirven para integrar los
efectos de la ceremonia en nuestros cuerpos físicos.
Después nos sentaríamos para escribir un registro de nuestro experimento. Del mismo
modo que los científicos exotéricos mantienen diarios minuciosos sobre su trabajo,
nosotros, como científicos esotéricos, deberíamos seguir la misma práctica. Al hacerlo
inmediatamente después del ritual podemos captar percepciones que, como los sueños,
se desvanecerían rápidamente con el paso del tiempo.
En última instancia, mejora nuestra consciencia de la naturaleza mágica de toda Vida.
Vemos y comprendemos la danza de la creación, preservación, transformación y
resurrección que transcurre alrededor nuestro y en nosotros mismos. Así
experimentaremos el milagro del Ser, la Magia del Momento.
© 1986, 1996, 2001 Paul A. Clark
viernes, 20 de junio de 2008
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