lunes, 23 de junio de 2008

Abraxas en dos Vasos

Abraxa
OPERACIONES MÁGICAS EN “DOS VASOS” EL DESDOBLAMIENTO.



Te he hablado de la composición del Caduceo que se ejecuta en un solo vaso: en el cuerpo y en las potencia de un individuo singular. He agregada sin embargo que efectos de importancia mayor pueden ser alcanzados a través de la fuerza de una cadena mágica, o bien de un espíritu natural, o bien de un Ente.

No te hablaré todavía de esto, sino sólo de la composición mágica ejecutada en dos vasos; comprende: en dos personas, en las cuales los dos componentes —el activo y el pasivo, el Sol y la Luna, el Azufre y el Mercurio— se localizan, se polarizan y se exaltan singularmente.

Puesto que hay dos formas del Caduceo, la dirigida a favisión —y te instruí sobre ello al hablar del Espejo (cap. III)—y la dirigida a la acción —obtenida por ignificación de la luz astral (cap. VI)— así también tendrás, aquí, dos operaciones: visión y relación por medio de una "pupila" es la una; preparación del Mercurio andrógino por abrazo fluídico es la otra.

Comprende ya el principio: a nivel natural en el hombre predomina la fuerza ígnea, en la mujer la lunar. Se pueden así usar dos personas de sexo diferente, en vez de preparar en un solo "vaso" ambos elementos. La utilidad del procedimiento se encuentra en el hecho de que en el desarrollo mágico debes sobre todo dar potencia y predominio al principio solary no abrirte al principio húmedo, receptivo y volátil sino cuando estés perfectamen­te firme y seguro de ti; de otro modo la magia se transforma en medianidad y penetra el éxtasis pasivo de un psiquismo inferior, si es que no también de alguna forma de estado obsesivo. Ahora tú puedes permanecer total­mente positivo y cerrado si en un primer momento es otro ser que piense él en exaltar la opuesta cualidad, la cual, al crear un estado de relación, tú luego podrás guiar y aprender y, en fin, también absorber y resucitar en ti mismo, habiendo ya adquirido la reclamada calificación imperativa.

* * *

La joven que usarás en las obras de visión y de comunicación con entes incorpóreos sería bueno que fuese virgen. Ello es así pues, al permane­cer el estado de virginidad, —y siempre que ésta no sea sólo anatómica— un grupo de fuerzas sutiles no ha padecido aun la modificación, la pola­rización y la desaturación que acontece a través del hecho sexual de una unión común; de modo que, aparte de su mayor pureza e intensidad, es más viable concentrarlas sobre la dirección de las prácticas iniciáticas (1).

La joven mujer debe someterse a una preparación de acuerdo a las directivas ya dadas al hablar del Espejo. Sin embargo ella no se ocupa­rá del lado activo de firmeza, control y dirección, así como de la sutil dosificación y combinación de Azufre y Mercurio. Se preocupará tan sólo de hacerse abierta y receptiva en todo sentido y hasta el fondo, es decir de extraer y exaltar exclusivamente, y en su máximo grado, el princi­pio mercurio. Que ella sepa vencer el miedo de un abandono completo. Que supla la ausencia del principio solar con una confianza absoluta en el operador y en su fuerza, con una total remisión a él, unida a una aspiraeión sincera y pura hacia la realidad suprasensible.

Es necesario constituir un ambiente para las prácticas, a elegirse, como ya dije, posiblemente en el campo, o en un lugar aislado o subterráneo, cu donde reine clcvadamcntc el silencio y estés seguro tic que nadie te venga a molestar. Pieza separada, blanqueada a nuevo con cal, con los accesorios estrictamente necesarios, nuevos, simples y netos. La purificación inicial del lugar se hace con sahumerios de azufre y con el lavado del piso con agua marina o corriente; luego, a la mañana y a la tarde, quemar un poco de incienso, mirra y bayas de laurel. Este lugar deber estar estrictamente reservado a ti: no dejarás entrar a nadie, por ninguna razón, menos aun a quien estuviese movido por la curiosidad. Conducirás allí sólo a la "pupila" en el tiempo decidido para la práctica. Entonces usarás el sándalo como perfume dominante, con ligerísimas dosis del perfume planetario y zo­diacal de la misma "pupila".

Será bueno concentrar la preparación de la misma en el período de la lunación completa, mientras que de tu parte exaltarás la fuerza de man­do. Castidad completa: de cuerpo y de mente. Alimentación sobria, ex­cluyendo las carnes. Pureza física y mental. Es necesario buscar el ale­jamiento en la "pupila" del elemento "emoción", para obtener un límpido abandono. lx»s tiempos más propicios son las noches secas y serenas.

He aquí cómo procederá la operación: en primer lugar, con las ven­tanas abiertas, quema los perfumes y, dirigido hacia el Oriente, es decir hacia el alba, reza; quiero decir: formula distintamente la idea y desea la realización de la misma con confianza. La idea es, en primer lugar, que las entidades oscureeedoras, las que dominan los sentidos y cierran las entradas, se alejen; que los fantasmas turbios se disuelvan en el alma. Una fórmula, a pronunciar en voz baja, dirigido siempre hacia oriente marcando con la mente todas las palabras, puede ser la siguiente:

"Ante Ti, Potencia del Sol que nace, aleja la gran noche de ¡afiebre humana, de los fantasmas de orgullo, de las larvas de concupiscencia. Tú eres Luz. Y Luz sea en mí, sobtv quien «o apremia más la brama por las cosas "terrenales"" (2) .

No es necesario que la "pupila" escuche toda esta invocación; pero ella misma formulará una, entonada a su alma, antes de que se siente ante el Espejo, preparadu tal como te dije. Tú, de pie, alráa, mientras se establece la fijación, realiza un sentido de señorío total sobre ctla, un sentido de envolverla y de disponer enteramente de ella: ordena mentalmente el desapego de su vista, inserta tu fuerza en su abandono, para sostenerlo y empujarlo adelante. Una vez alcanzado el estado de luz, invoca y formula lo que quieres saber, ordena que ella vea. La invocación puede ser diri­gida al Sol, o bien a los Siete Angeles, o bien a un Poder especial que tú sepas vinculado en particular modo a la cosa a la cual se dirige la operación. Puedes hallar fórmulas en Agripa y en Pedro d'Abano. También el Ter­cer Logos del Ritual Mitraico (Cap. IV, pág. 120) es eficaz.

Es necesario que la "pupila", en razón de la completa fe y compenetración en el sentido de tu fuerza sostenedora, cancele casi el sentido de sí: de modo que no oponga ninguna reacción, y ninguna manifestación pueda asus­tarla de modo tal de interrumpir la operación.

Ella dirá todo lo que ve. Tú la dirigirás en la visión posterior. Agre­go que, sobre la base del conocimiento que así te viene, y permaneciendo el estado de comunicación con lo suprasensible, tú puedes hacer vibrar conjuros y órdenes a las potencias, por cuanto ello sea peligroso, en ope­raciones de tal tipo. De cualquier modo, ten cuidado de que el conjuro debe acontecer en un segundo momento y con una conciencia absolutamen­te distinta de la que espera la revelación. Si ya en esta espera, en lugar de la perfecta neutralidad, se esconde el deseo por el contenido de la visión, seguirá simplemente la imagen falaz del cumplimiento de este mismo deseo.

Yendo a una relación profunda, efectiva con la "pupila", su visión puede transmitirse directamente en ti.

Si la operación no se logra, continúa, calla y ruega, repitiéndola a la misma hora.

Uno de los principales obstáculos es la "proyección" de lo que KrEmmErz ha denominado naturalezas similares. Se trata de residuos de impulsos y de deseos que han resistido a la purificación —en ti o en la "pupila"— o bien que están al acecho bajo el umbral de la conciencia. Estas fuerzas absorben el poder que produce el desapego, y se sirven de ello para proyectarse, para exteriorizarse, en entes fluídicos. El mal entonces no consiste tanto en el hecho de que ellas perturban y falsean toda la visión, reduciéndola a fantasmas del "yo", sino que consiste justamente en el hecho de que la proyección les ha dado una vida autónoma; estaría por decir una persona. En tanto criaturas tuyas, ellas saltan sobre ti, o bien se alimentan de tu vida, hasta en formas obsesivas.

Te he ya mencionado que la virtud desarrollada en la "pupila" puedes en un segundo momento aspirarla, absorberla, reconduciendo entonces a la unidad la operación en dos vasos.

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Para la composición correspondiente denominada de acción mágica del Caduceo, que yo llamé "segunda", se toma al amor cual ignificante de la fuerza fluídica.

El fuego del Eros, habitualmcnte polarizado hacia lo bajo, o sea ha­cia el sexo y la naturaleza animal, va aislado en el cuerpo fluídico y ali­mentado de modo tal de producir en el el estado de exaltación necesario para que se constituya aquel mercurio andrógino e ígneo, a partir del cual es llevada al acto la proyección mágica.

Por lo que se refiere a la mujer se requieren condiciones particulares. La virginidad no está entre ellas, sino en esta práctica, a diferencia de las verdaderas y propias operaciones de magia sexual, sobre las cuales te será dicho en su momento, es necesaria una cierta pureza. Y es también ne­cesario un preexistente sentimiento bastante intenso. Esto tú, si te encuentras tan adelantado en la vía, como se reclama aquí, debes ser capaz de crearlo y de atizarlo en ti bajo tu mando. En la mujer no puedes reclamar esto: es necesario que en el orden natural ella te ame. La dificultad se encontrará en hallar una joven que sobre la base de este sentimiento preexistente, consienta seguirte sobre el plano del amor mágico y que posea las dispo­siciones necesarias para ello.

Es imprescindible que, por lo menos en este grado, el eros, instrumento de lo obra, no sea ya un deseo sexual, una brama sexual, sino propiamente amor, algo más sutil y vasto, que envuelve a toda la otra persona, como deseo de toda la otra persona, sin polarización física; pero no por esto la intensidad debe ser menor. Se te puede también deein debes desear al alma, al ser de la otra asi como se puede desear al cuerpo de ella. Ten cuida­do de que si esta condición no es rigurosamente realizada no sólo la operación será ineficaz, sino que estarías expuesto a no leves peligros psíquicos. Te he dicho que en otra parte se te hablará de procedimientos que aplican también la unión sexual. Manten sin embargo firme la idea de que para operar en éstos es necesario haber antes aprendido el modo del amor que se exalta sin contacto, que no está ligado a la idea de este contacto y de la satisfacción sexual.

Sabe por lo demás que toda forma de amorfo en si misma es magia; el rapto de los amantes es ya una ebriedad en la luz astral, una ebriedad fluídica. Pero estos no son concientcs de ello. Tú en cambio debes estarlo. Entonces podrás proceder en círculo: puesto que el eras te propicia el contacto fluídico y el estado fluídico a su vez exalta al eros. Así puede producir­se una intensidad-vértigo casi inconcebible para el hombre y la mujer comunes, y podrás intuir cuáles son los peligros que he mencionado, sobre los que volveré cuando se tratará sobre la magia que usa la unión de la carne.

La técnica exterior es simple. Como perfumes usa musgo, ámbar, o sándalo o una saturación más bien intensa, agregando posiblemente un poco de sangre de paloma. La hora más propicia es hacia el alba. Sién­tense el uno ante el otro, inmóviles, tú con cara hacia el Oriente. Una vez evocado el estado fluídico (se presupone aquí cnambos esta facultad: mercurio está presupuesto, y se trata sólo de transformarlo en mercurio para proyectar en él

Luego el oro/sol masculino), amarse, desearse, asi, sin movimiento, sin contacto, en modo continuo, aspirándose recíprocamente y "vampíricamentc", en una exaltación que va adelante sin temor de posibles zonas de vértigo. Ad­vertirás un sentido de amalgamamiento efectivo, un sentir a la otra en todo el cuerpo, no por contacto, sino en un aroplcxo sutil que la siente en cada punto y se comjvenetra de día como una ebriedad que se posesiona de tu sangre. Ello le lleva al límite, al umbral de un estado de éxtasis, que es aquel punto de equilibrio mágico en el cual el fluido ignificado y supcrsalurado puede ser fulmíneamente atraído y proyectado en la idea.

En esta operación se le impone nuevamente el sutil juego de la dosi­ficación de los dos opuestos principios en el régimen del fuego, mientras que en la mujer basta el elemento amor, al cual todo se le dé. En el mago la exaltación progresiva áel fuego deber ser conducida por un principio frío que no viene nunca a menos en sí mismo, sino que, es más, se eleva y se ilumina con el crecimiento del vértigo fluídico. Al faltar este prin­cipio, cae también toda posibilidad mágica y, cuando también no acon­tezca lo peor, todo puede concluir en un plano análogo a ciertos estados místicos en donde al respecto actúa un deseo erótico llevado inconscien­temente sobre el plano sutil a través de imágenes apropiadas (el "Espo­so Celeste", etc.) (3) y exasperado hasta desembocar en una forma especial y solitaria de voluptuosidad psíquica, descrita como goce y beatitud.

Por lo tanto: una exaltación, un vértigo que tiene siempre como vigilante detrás de sí al Yo desapegado el cual está aparentemente ausente en el pleno abandono al Eros y en el "amalgamiento" pero que, en el punto jus­to —bajo una perfecta cocción del Mercurio— interviene de golpe, se adueña de la fuerza, la fija y la lanza adonde quiere.

* * *

La práctica del Espejo, tal como te la expuse en el capítulo III, comprende dos realizaciones dependientes: la liberación de la visión del ojo, y su activación en un “espacio”, que es la misma luz astral, cuya liberación es vuelta posible por un cierto desapego del cuerpo sutil respecto del físico.

Ahora te daré las direcciones a fin de liberar completamente aquel cuerpo, de modo tal de poderlo mover en el espacio y tú con él, dejando abajo al cuerpo físico. En el ocultismo vulgar ello es denominado: salida en cuerpo astral.

También en esta realización la que opera es la voluntad, como fuer­za solar y central. Ten por firme, que la voluntad verdadera viene de la posición que se tenga de sí mismo. Ella es tanto más fuerte en cuantu más absoluta y enérgica es la posesión de sí. La fuerza que ella posee es la de la determinación que la manda; y la fuerza de una tal determinación depende del grado de centralidad del "yo". Esta voluntad solar, caima, decidida y central es nuestro oro.. En ella debes dar forma precisa a tu nuevo fin.

La realización tiene tres fases: 1) desapego no acompañado de con­ciencia durante el sueño; 2) ídem, acompañado de conciencia; 3) desapego concientc en estado de vigilia.

El primer aspecto posee estadios progresivos. Ponte estos deberes sucesivamente:

a) Mover con el cuerpo sutil un objeto leve y cercano a tu cama; b) Moverlo en un ambiente lejano; c) Aparecer en el sueño de otra perso­na; d) Hacer sentir tu presencia a una persona despierta; e) Aparecer en forma visible a una persona despierta; y éste es el estadio final y perfecto.

Ahora te indico la técnica. Al acercarse el sueño, cuando los pensa­mientos involuntarios de a poco se atenúan y se aclaran, debes fijar toda la mente sólo sobre el pensamiento de la exteriorización. Represéntate minuciosa y distintamente en toda la serie los actos requeridos por el fin: el despegarse del doble, los movimientos necesarios, el itinerario que el mismo va recorriendo, su llegar al lugar establecido, el cumplimiento de un determinado acto, el retorno, la reabsorción del doble en el cuerpo, el pleno recuerdo en la mañana.

Piensa lodo esto queriendo: con voluntad enérgica y, al mismo tiempo, calma, segura y continua, sin distracción, sin sacudimientos y sin es­fuerzo, con un sentido de seguridad, lúcido y en plena posesión de ti. El "monoideísmo" del acto, descompuesto en todos sus detalles, debe ser creado antes de que se adviertan las primeras señales del adormecimiento. En­tonces abandónate al sueño, como si fuese una cosa ya hecha. Facilita el recuerdo a la mañana —otros te lo han ya dicho— el despertarse espon­táneamente y un leve perfume de musgo, rosa o iris florentino.

En el caso de que quieras ir a visitar a una persona, piensa sobre todo en esta persona, evócala ayudándote posiblemente con un perfume de ella o poniendo bajo la almohada sus cabellos o un objeto que ella haya lle­vado por un cierto tiempo cerca de su cuerpo. Ten presente que, a menos de no disponer de una fuerza muy grande, es necesario que la otra per­sona esté prevenida, posea una cierta sensibilidad sutil y, por otro lado, quiera ella también el fenómeno. El cual se manifestará más fácilmente en el caso de un lazo iniciático.

Si tú ya te hallas bastante avanzado en las prácticas mágicas, y tam­bién en las indicadas por Leo para conservar una cierta conciencia en el sueño; si pues puedes ya apoyar la conciencia sobre el cuerpo sutil en vez que exclusivamente sobre el físico, entonces puedes intentar presidir directamente el itinerario del cuerpo sutil, es decir, descascarar, en el momento de dormirte, junto a este, que por lo tanto conducirás hacia donde quieras, en vez de recordar sólo, si es que te sale, la experiencia, o bien controlar de ella sólo la realidad por medio de los efectos: el desplazamiento efectivo de ios objetos, la visión efectiva o la sensación de ti, obtenida de la otra persona.

El tercer estadio de la realización es la salida determinada por el es­tar despierto. En el gabinete mágico, abandónate completamente y sus­pende todos tus sentidos: es oportuno cerrarse los oídos con cera. Llega al estado áá silencio más profundo. Estando aniquilado cada pensamiento y desvanecido el sentido del cuerpo, que todo tu espíritu este entonces concentrado sobre la sola voluntad intensa, infrangibie, casi materializada de salir (4). Cuando los sobresaltos instintivos, de los cuales te he hablado, por la incipiente realización de tu intento tratarán de remitirte hacia atrás, que ellos encuentren la voluntad presente como una barra de acero plantada a través de tu mente, contra la cual elfos choquen, quedando instantáneamente suspendidos en su nacimiento. Sobrevendrá entonces un estado neutro, luego te hallarás en algún lugar y te darías cuenta de que allí no estás más con tu cuerpo físico.

Entonces ten cuidado de no perder nunca la sangre fría: sabe conducirte adonde quieras, realizando siempre que eres un ser no material, movido directamente por la mente. El poder, en este estado de actuar también sobre las cosas y personas, depende del grado de ignificación alcanzado por el cuerpo fluídico, y por la energía del principio "Oro".

Te he dicho: "realizando siempre que no eres un ser material". Esto posee un doble sentido: I) Neutralizar una eventual y no deseada visibilidad tuya de parte de los demás; 2) Anular cualquier emoción que emane de la costumbre por el cuerpo físico, cuando el cuerpo sutil se encuentra en ciertas circunstancias del ambiente físico que sin embargo no podrían tener poder sobre el mismo. Me explico.

Supon que durante tu nacimiento encuentras alguna cosa que, si tú estuvieses allá con el cuerpo físico, te produciría una contusión o una herida. Si tú no realizas que en este estado no puedes ser contuso, pero si reali­zas en vez la situación en términos de cuerpo físico, se determinará en un estado de pánico, en un shock, una imagen astral, que inmediatamente te lanzará adentro del cuerpo físico y allí imprimirá la misma transforma­ción: le volverás a hallar desfallecido y contuso en tu lecho o en tu laboratorio.

No te digo mentiras. Incluso la metapsíquicay la etnología han arribado a constatar cosas de tal tipo: por ejemplo, de personas encontradas casi muertas o heridas en sus lechos luego de que a la noche se habían dado a la caza de la "bruja" o del "ogro" (5). El cuerpo sutil está constituido por fuerzas profundas que rigen los elementos y funciones del cuerpo animal; y así su modificación se transmite inmediatamente a éste. Pero te repito que una tal modificación es operada sólo por tu mente, por sugestión. Si mantienes firme la conciencia en tu no-materialidad y fría tu sangre, nada en el mundo físico te podrá traer daño alguno.

Si en cualquier otro momento quisieses volver a entrar y no lo lograras inmediatamente, evoca la imagen de tu cuerpo físico allí donde lo has dejado, realízala intensamente e inserta en esta imagen tu calma y fría voluntad de volver.

Te aconsejo, para evitar otro tipo de peligros, trazar alrededor de tu cuerpo, antes de disponerte para la salida, un círculo mágico con el debido conjuro, entonado sin embargo de manera de no paralizar la misma salida. En pocas palabras, he aquí la razón: múltiples son en el mundo invisible los seres oscuros que no tienen un cuerpo, que braman tener uno, por lo cual se precipitan apenas ubican uno "vacío". Y no está dicho que tú adviertas, una vez que hayas vuelto al estado normal, que ya no estás más solo. El peligro es menor cuando la operación acontece en estado de sueño y sin conciencia; porque entonces hay algún otro que está obligado a hacer la guardia a tu envoltura dejada aquí abajo.

Naturalmente dispondrás que nadie venga, que ningún choque o fuerte ruido se verifique allí donde tu cuerpo permanece. De otra forma las consecuencias podrían también ser graves.

Una última advertencia: si tú tienes escrúpulos morales, sabe que todo lo que operas en cuerpo sutil sobre una persona que no quiere –sea aun con la conciencia exterior dominada por uno o por otro prejuicio- y que sin embargo permanece ante tu acción oculta, sin defensa (la única defensa es autocencelarse en ella el recuerdo de la cosa), puede producir en ella molestias, que van a hasta la neurosis y la alteración de la personalidad.

Al volver de las salidas de despierto, ten cuidado de que las primeras veces puedes advertir un estado de postración profunda, una astenia completa en todo el organismo. Debes reaccionar, sacudirte, ayudándote quizás con una ducha fría y con ejercicios gimnásticos enérgicos. Sucede un estado de agitación, de exhuberancia febril y en fin una tercera faz de fatiga vaga y general, de abulia, de esfuerzo en el pensar. Prevé el todo de manera que, a su eventual verificación, no le impresione, y no te dejes tomar, para esperar en vez con calma que cada cosa vuelva al estado normal. Estas repercusiones pueden durar alguna hora: cuanto más, un par de días.


notas:

(1) En el término griego se resalta el doble sentido de ojo (pupila), el que puedes hallar en el mismo texto hermético clásico. En ciertos pueblos salvajes, las muchachas púberes aun intactas son consideradas como estando saturadas de una fuerza peligrosa y misteriosa y mantenidas "aisladas", casi como ni se tratase de condensadores eléctricos; a veces incluso en callanas aéreas de manera que ninguna parte de su cuerpo desnudo toque la tierra, hasu tanto no sean conducidas a la nupcias que las "descargan", (ver G. Vimos», The Golden liough, t iil, cap. LX).

(2) Es la variante de la fórmula dada por Kremmerz. También al mismo le perte­nece la expresión «pupila».

(3) Muchas autotituladas “apariciones divinas” de místicas, en relación con ello poseen simplemente el valor de aquellas visualizaciones de “naturaleza similares”, de las cuales he hablado poco antes.

(4) Si quieres, puedes llegar al catado de concentración, en vez que de manera directa, a través de un espejo, siguiendo en lodo lo que te dije en el cap. 111, y actuando en el momento de aparecer la luz etérea.

(5) Una circunstancia singular en estas constataciones es que sólo el cuerpo recibe las heridas, mientras que los vestidos permanecen intactos.

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